La música es una cosa amplia, sin límites, sin fronteras, sin banderas.
León Gieco.
Y muchas veces, sin consideración por los horarios de la demás gente debo agregar.
Jueves 10:30 PM, llegas a tu casa luego de un día de arduo y estresante trabajo, comes algo liviano para digerirlo pronto y luego de navegar un rato por internet, o encender el televisor para despejarte, te das una ducha y te acuestas temprano para ir al trabajo bien descansado al día siguiente.
Cierras los ojos y te dispones a dormir cuando…
El estridente sonido de una guitarra quejándose por maltrato te hace saltar de la cama, a continuación voces cantando (ladrando o aullando) en cualquier idioma no terrícola acompañadas de una batería que retumba en toda la habitación.
Como persona civilizada que eres vuelves a poner la cabeza sobre la almohada rogando por que esa sea la única canción que escucharán, más tarde cuando van por la tercera te tapas los oídos, te cubres con la manta, revisas si las ventanas están bien cerradas, pruebas colocarte algodón en los oídos (eso nunca funciona), y antes de darte cuenta tu corazón ya late al mismo compás que marca la percusión.
Te imaginas saliendo con una ametralladora y dispararle toda tu munición a la fuente del insoportable ruido para luego cortarle la yugular al responsable con un cuchillo para pelar papas. Incluso piensas en llamar a la policía y denunciarlos, pero estás muy cansado y sabes que no serviría de nada, así que sólo te queda esperar…
Al día siguiente te despiden por dormirte durante horas de trabajo… FIN.
Bonita historia, ¿no? ¿Cuántos se han sentido identificados? Y es que puede ser a causa de un vecino que tiene una fiesta en el piso de arriba, o que simplemente está desvelado y pretende que todo el edificio también lo esté, o un concierto en plena calle, o un grupo de inadaptados sociales que se creen «cool» por andar con la radio del auto a todo volumen. En cualquier caso esas situaciones son absolutamente desesperantes, despiertan nuestros más bajos instintos asesinos, en esos momentos somos muy capaces de partirle la cara al responsable de ello, si no fuera porque estamos tan dormidos que no tenemos energías ni para levantarnos de la cama.
En esos momentos lo que necesitamos es…
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Eso mismo, una máscara de hockey, una fuerza sobre humana y nula consideración hacia la vida de los demás… así se solucionarían tantas cosas…
Pero no, somo seres aburridos y pacíficos, nuestros instintos asesinos se esfuman tan rápido como aparecieron, dando lugar a la conciencia y la noción de las repercusiones que traerán nuestros actos…
Así que aunque lo quisiéramos no podríamos hacer eso, ¿qué nos queda entonces?
Muy simple, aprendernos donde está la caja de fusibles del vecino.
Si no tienen baterías de reserva, tu problema estará resuelto.
Por esa noche al menos…